Fotografía: Fernando Aragón. |
Sería la soledad tal vez,
aquello que nos prometimos
-qué
pálido el silencio-
al calor de unas luces color futuro
a nuestro paso sobre las aguas
que ahogan, cuando la vida es distracción.
Cuando los duendes del beso
-qué
sueño nuestra historia-
emigran por el sendero doliente
-qué
pálido el silencio-
a las islas quejumbrosas del desamor,
qué cerca y qué lejos tus manos,
las de las frescas caricias juveniles,
por las que
aúlla mi pelo marchito,
en alamedas
de desencanto.
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