miércoles, 9 de septiembre de 2015

La triste alegoría


Después de todo corren por no llorar. O no. No lo sabemos si no miramos. Para mirar están las cámaras, y para ello, quienes las manejan.

Una masa informe de personas desesperadas corren a vanguardia, hacia algún lugar que desconocen y que es una promesa. Por retaguardia, la destrucción, Baal Moloch y sus fauces, ISIS y drones, un régimen tenebroso, la noche de sirenas, los impactos y sus cráteres. Así que corren, por no llorar. Caminito de.

Ella viste vaqueros, camisa azul cielo, no sé si tela vaquera también. Lleva una cámara y los graba. En realidad lo que le gustaría grabar sería un barracón lleno de cadáveres, cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Pero está ahí, y los ve correr. Y su rabia es tan grande, la de ella, su frustración, pantalón vaqueros, la impotencia por verlos a ellos, correr, invadir, como si del mismísimo ejército otomano se tratase, en otro tiempo, su mezquindad... vileza más allá de lo que somos capaces de asumir, aunque lo veamos.


Ellos corren y ella, cuando puede, lanza una pierna, poco importa si niños o adultos, ella golpea con saña, no suelta la cámara, provoca. Muchos corren y alguien los golpea desde su sombra. Al fin y al cabo, la vida misma: muchos corren y unos pocos golpean.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Cádiz no crece gracias al puerto



Abre la edición digital del Diario de Cádiz con el titular "Cádiz crece gracias al puerto". La cosa tiene su gracia, no crean, un titular digno de una matrícula de honor para un estudiante de publicidad. Cádiz. Crece. Gracias. Puerto. Siempre positivo, nunca negativo, como Van Gaal, pero lo contrario. A bote pronto, así, sin leer más, sin saber más, uno que pasa y lee, qué va a pensar, sí, pues eso, que oh Cádiz, esa ciudad que funciona.

Pero no es esa la verdad. Para entender bien ese titular debemos remontarnos a antes de la crisis, debemos saber lo que la insidia de unas instituciones han elaborado con mimo insultante, aprovechando la ocasión, como buenos políticos, esto es, la miseria y la desgracia de los ciudadanos, oportunidades, decía; cómo, poco a poco, han ido cargándose un puerto que puso a la ciudad en el mapa mucho antes de que existieran los mapas, siglos ha.

Se parten el pecho estos políticos cuando hablan de crear empleo. No dar trabajo, no, sino crear empleo, que lo uno no es lo otro y lo otro no es lo uno según impone la neolengua y el discurso y lo cerca o lejos que estemos de unas elecciones o los datos del desempleo. Aclara después la noticia que el crecimiento es meramente una cuestión de dimensiones, donde antes había un par de metros ahora habrá cincuenta, y después de decir esto, todas las falsas posibilidades que va a suponer tal crecimiento. En este empeño de convertir la ciudad de Cádiz en un bonito expositor, una exótica antesala de la capital andaluza para cruceristas, la APBC (Autoridad Portuaria Bahía de Cádiz), la Junta y la cretina de pelo rubio se cargaron no poco empleo en el puerto de Cádiz, el equipo de gobierno actual anda cazando moscas al respecto. Asfixiaron los ya escasos tráficos que frecuentaban los muelles ahora arrebatados y que generaban auténtica riqueza en forma de puestos de trabajo directos a portuarios, e indirectos, a las empresas consignatarias y sus empleados en favor de un "Plan Estratégico" al que no se le sospecha estrategia alguna, si no es la de dar más espacio a los tráficos limpios, esto es, las tasas que se le cobran a los cruceristas una vez han dejado sus naves, tráficos limpios, atraques y aquellos cuyos ingresos pasan a manos de las instituciones sin pasar por uno solo gaditano.

Mientras tanto se le marea la perdiz a una plantilla cada vez más mermada de portuarios que cada día temen un poco más por la pérdida de sus puestos de trabajo. Se ha descuidado el puerto de Cádiz en una larga pero exitosa maniobra de abandono sistemático, se ha quedado antiguo. Ahora, a José Luis Blanco (PSOE), presidente de la APBC, que lo más parecido que ha visto a un barco en su vida ha sido un pelícano, de actividad portuaria ya ni hablamos, Blanco, en avanzado estado de descomposición política el hombre, que ya se sabe cómo se llega a ocupar tal puesto en Cádiz, se le llena la boca con una desgracia generalizada hecha oportunidad y baza, quién sabe, para futuras bazas y oportunidades de partido. Y claro, Diario de Cádiz nos la intenta colar, qué pillines. Nos venden puestos de trabajos donde no se ven más que puestos para vender postales y guías, de Sevilla, claro, de Sevilla, que es adonde responden que van los cruceristas siempre que son preguntados por los incómodos portuarios, ya con sal y mosqueo de siglos pegados a las escamas.

¿Cómo, pues, se le vende una moto a un portuario? Fácil: la nueva terminal de contenedores. Toda vez que el tráfico rodado a partir de buques Ro-Ro ha sido aniquilado por el alto coste del atraque y la cada vez menos capacidad de maniobra para vehículos, tráfico de Marruecos (dos veces por semana: trabajo) incluyendo el alquiler de la rampa móvil que posibilita la descarga -por el camino moría la empresa consignataria TPC- la idea fue apretarle los tornillos a las grúas portacontenedores de Concasa (tres tráficos por semana: trabajo)  dificultando la concesión de terrenos para el manejo con maquinaria de contenedores. En Concasa ya desmontan para poner caminito a Huelva, puerto en auge gracias no solo a la buena gestión de las instituciones, también a la buena voluntad, en este caso, para crear verdadero empleo, que es de lo que trata todo esto. Pasa que los barcos para Navantia no nos deja ver el bosque, pero que bosque, como las meigas, haberlos haylos, y el bosque es un puerto comercial en desenfrenada decadencia, una ciudad realmente jodida, hablemos claro, el puerto que históricamente fue motor de una ciudad, que unos creen ver bonita y otros la vemos desangrada. En esto el artículo de Diario de Cádiz no se coge los dedos y cita textualmente las palabras de Blanco: "Cádiz es una ciudad administrativa, turística y comercial..." En ese orden, con esa poquita vergüenza. Y resulta que es el orden de esas prioridades lo que lleva mal en Cádiz desde hace un tiempito. Porque no, porque Cádiz ni es Malta ni es Dubrovnik; una bonita ciudad, que lo es, pero no es Venecia, y por supuesto, no es Sevilla, capital andaluza, pero sobre todo, capital de Susana, cuyo puerto, curiosamente, sí tiene actividad comercial, aunque los barcos deban pasar una auténtica odisea al remontar el Guadalquivir. En Sevilla, como en Huelva, se nos gana en voluntad, que no en tradición portuaria, que en eso, insisto, Cádiz tiene escuela desde lo del huevo de Colón.

Decía la nueva terminal. A día de hoy la nueva terminal es una moto sin marca ni casco. Bien avanzadas sus obras, los portuarios no consiguen explicarse las razones por las cuales no reciben noticias de las empresas interesadas en su explotación, una explotación que como mínimo podría ampliar la plantilla de portuarios en 150 trabajadores, sin contar el personal necesario para el funcionamiento de la empresa consignataria.  El artículo de Diario de Cádiz nos cuenta que el concurso tendrá lugar en 2016 y la mencionada explotación, humo de momento, para primer trimestre de 2017. Y claro, concurso, ya sabemos lo que pasa con los concursos, que nos tiemblan las canillas, no digo nada lo portuarios, acostumbrados a que se las den con y sin queso. Las obras para la nueva terminal de contenedores, decía, se encuentran en fase avanzada. Pero la APBC necesita como el comer, el cobrar, un dinero que Europa no piensa soltar hasta que el inexistente puerto de carga y descarga no demuestre que su explotación es rentable, no vaya a pasar como los famosos aeropuertos en los que ni despegan ni aterrizan aviones, que no son en Europa sencillos currantes como los portuarios, que ya sabemos cómo las gastan, sobre todo después de haberles vendido gato por liebre más de un millón de veces en materia de subvenciones. Pero sin pasta, ni se pone fin a la obra y, finalmente, tampoco veremos grandes empresas del movimiento de contenedores pujar por el business, que insisto, interesan tanto como los barcos que prometen construirse y repararse en Navantia.   

Mientras tanto, eso sí, tenemos nuestro fantástico Plan Estratégico, vete tú a saber para qué. "Será un sitio muy versátil" dice José Luis Blanco, también dice algo de lo chulos que quedan los conciertos allí, que es como decir que, bueno, en realidad no tenemos ni puñetera idea de qué vamos a hacer (un parking, qué si no, por ejemplo), pero que mangar, mangaremos, que de eso nosotros sabemos tela. Nada de lo que dice el artículo del periódico gaditano huele a creación de puestos de trabajo, nada en absoluto, o, en cualquier caso, precarios puestos de camareros/gondoleros, empleos que suben y bajan como los mareas, según temporadas.


Si una ciudad como Cádiz vive de espaldas al mar, muere, como lo harían las gaviotas, de irse a vivir a la Mancha. Y no, Cádiz NO crece, ni gracias al puerto ni a nada, hacen más anchas sus aceras, nada más.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Sangre por las venas



Se me abre de nuevo el debate. Siempre lo hacen otros, no yo, que lo considero innecesario: vamos a ver, ¿tú eres de derechas o de izquierdas? Para empezar servidor es ingenuo, sobre todas las cosas; de segundo, un tipo desmedidamente apasionado. Esto último trae no pocos disgustos, hasta que la edad lo haya pulido, no demasiado, espero, frustraciones propias del poeta romántico. Pero ingenuo, decía de mí, e insisto, ni de derechas ni de izquierdas, más bien un peatón humanista. Que no es lo mismo que decir de izquierdas, que la izquierda tampoco ha demostrado serlo una vez alcanzada la falsa victoria. Tampoco soy de Podemos, no me considero un podemita: en el mercado están las peras, las manzanas y las naranjas; y las peras están pochas, las manzanas llenas de bichos y las naranjas, aunque caras, tienen buena pinta; ¿qué voy a comer de postre? Claro que decir, mi pensamiento es de corte humanista, suena pretencioso, cuando no debería. Y suena pelín cursi decir que se es un ser humano que no solo se preocupa de sí mismo, sino que también se preocupa por otros semejantes y, en esa línea, en el pasado, presente y futuro de la especie pensante de entre todas las que habitan este globito verde y azul, al que, de seguir así, le queda no más de un cuarto de hora. Quien no haya visto el mal, quien no ha sido capaz de reconocerlo en sus propias palabras y acciones, tiene poco material para ver la realidad del mundo en toda su complejidad, de intuirla siquiera.

La complejidad de ese mundo y la ceguera generalizada son la causa de que al ser publicada la fotografiada del niño sirio durmiendo el sueño de los justos en una orilla turca muchos traten de hacer política con un problema que ante todo se ha de solucionar siendo humanos, ni de derechas ni de izquierdas, ni europeos ni alemanes ni españoles, humanos. Ahora en estos tiempos, veloces como un Cadillac sin frenos, que dijo Sabina, nuestra humanidad parece perdida, del todo y sin remedio. El columnista Enrique García-Máiquez trata de colarnos en su espacio "Su propio afán", tan propio, en el Diario de Cádiz, los supuestos factores económicos y culturales que no estamos valorando por un prurito de sentimentalismo en el asunto de la acogida de refugiados; lo hace bien, tiene oficio en esto. Su buen uso de la pluma es un desperdicio cuando lo que se escribe roza lo mezquino, cuando no una carencia total de empatía, una lamentable ausencia de humanidad, muy poquita vergüenza. Es uno entre muchos. Tampoco tiene sentido difundir la noticia que circula por ahí queriendo vender que los hambrientos que escapan de la guerra rechazan comida por llevar estos paquetes la conocida cruz roja por ir en contra de su religión. Hay quienes han abierto en Facebook una página llamada "Aforo completo", nada que comentar al respecto. Va a resultar válido aquel versito que escribí hace un tiempo que dice "que no es cierto, que haya más poetas que genocidas". Lo cultural y lo económico importan bien poco cuando vemos que las aguas nos devuelven ahogados los niños de aquellos que huyen del Mal, de la guerra.  

Los señores de la UE han prometido tratar el asunto de los refugiados el día 14 de este mes. Si saben que van tarde en esto y además no se reúnen de urgencia, lo que sí es una certeza, es que se la suda muy por lo bajo lo de los niños ahogados, lo de sus padres y lo que ocurre en Siria, tan veloces que fueron con Libia, tanto como lo fueron en Irak. Allá van los soldaditos, de ayuda humanitaria.

Había quien denunciaba la imagen del pequeño Aylan -o que abrían debates paralelos sobre ética periodística, mareando la perdiz más que nada, dando a valer su opinión por ser su opinión tan merecedora de reconocimiento, la mía es más larga y gruesa than your- por lo desagradable de la misma, que era poco útil su difusión, que como esa habían visto muchas y que no servía para cambiar nada. Muy poco tenemos realmente los peatones para cambiar las cosas, un mínimo margen de movimiento y apenas unas pocas herramientas. Entre esas herramientas están las redes sociales, que no todo va a ser ordinariez y autobombo e hipocresía. A partir de la respuesta general e indignación mostrada en las redes, la presión ejercida como uno más de esos pocos fenómenos espontáneos y justos que ayudan a la reconciliación con el ser humano, el discurso de los mandamases europeos cambió y las cifras de personas a refugiar también, se empezaron a manejar más del doble de lo que se había tratado en un principio.


Me preguntaban al respecto de mis inclinaciones políticas: ¿qué prefieres, el orden o la justicia? Estaba claro que si respondía una cosa era de derechas, si la otra, de izquierdas. Me niego a responder, obviamente, para no seguir un juego pueril. Esperé un poco antes de decir que el debate entre izquierdas y derechas me parecía antiguo, poco eficaz, me apoyo en lo que sabemos del siglo XX. Fue entonces que el problema era que yo pertenecía a otra generación, una más reciente, como si no habitase uno el mismo mundo que ellos, como si mi realidad fuera otra distinta. Podría haber dicho algo de lo vivido hasta este preciso momento, lo que he visto en otras partes del mundo -un mundo dentro de este mundo-, lo que una vez provocó en mí el pensamiento en el que la política tiene un peso menor que otras cuestiones. Pero no lo dije. Ver y vivir cambiaron una forma de pensar, de entender, ir un poco más allá en los problemas que aquejan a la humanidad de estos tiempos, de este Cadillac desbocado. Es por eso que creo que la fotografía del pequeño Aylan es necesaria, también otros tendrían ahora la oportunidad de ver y de vivir, si aún les corre sangre por las venas, y se olvidarían por una vez en su insignificante existencia que son de derechas o de izquierdas; sobre todas las cosas, son humanos. 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Si te dicen que me ahogué




Ya no sabe uno si esto tiene que ver con el momento de la Historia que algún escriba redactará con medio limón mordido y estrujándose en los dientes o si es como decía el ilusionista un producto de nuestra más que fantasiosa y aterrada imaginación. Los días se suceden llenando los ojos y los oídos de vorágine autodestructiva, ese leviatán enseñando siempre la caballuna dentadura, la ferocidad de una realidad monstruosa mezclada con el crudo hormigón de los días y los días que se prometen ahora otoñales, días sangrantes y grisuras y días de los de a morir cada día un poquito. La rueda sigue girando siempre en la víspera de lo infinito, totum revolutum, tener sobre el ser, el miedo, siempre el miedo, el miedo al diferente y al otro mundo que no es el nuestro y que es el de otros que sufren y que nos hacen sufrir más por egoísmo que por pura empatía, la empatía cada vez más algo artificioso, insufrible empatía, aleja de mí este cáliz. Ya no sabe uno si es la madurez, qué cosas, madurar, si es la madurez lo que te lleva a por el camino de la anestesia o por el camino de la compasión, es tan puta la tristeza. Si te dicen que me ahogué: cuando una imagen vale más que todas y cada una de las combinaciones de un abecedario. La muerte se abre camino: se traga la mar criaturas fantasmales en éxodo doliente y luego las esputa como se hace con la bilis de un capitalismo al que le sobran números de a dos patas y le faltan siempre dos patas de cifras colosales, Moloch del siglo veintiuno, este del posmodernismo y su deidad original fenecida, el siglo del cinismo, dioses que sentaron la cátedra del terror ahora recogida la doctrina del humano vivo y muerto. Así las cosas, que empiece el aquelarre, ya nos ocuparemos de la hoguera, son na más que unos pocos brujos gurús de la sinrazón. La razón no entiende de patrias ni fronteras. Yo nací aquí en un lugar sin horizontes lleno de semejantes, de qué me hablas cuando me hablas de aquí o de allá, nacimos, qué más quieres, no te parece excesivo, a qué pretender la eterna sonrisa, refugiados en el meridiano de sangre. Soy del lugar mismo en el que me han puesto mis pasos y antes los pasos de otros y antes que eso los pasos de otros, tierra de caníbales siempre, de faraónicas calamidades y de muertes inexplicables, soy entonces de cualquier sitio en el que algún día enterrarme bajo una roca y sin más mortaja que lo que fui para quienes me quisieron y me odiaron. Frenéticamente y enloquecidos, vivimos un ensayo sobre la ceguera, un Macondo extrapolado, una tortura mecánicamente mediatizada por los hijos del billete verde y la mierda blanca pa la nariz y las tarjetas Black. Y en el Mediterráneo, muerto el perro, se acabó la rabia. Y la rabia devorándonos por dentro, a los que nunca nos adaptamos y a los que nos negamos a ver el mundo correcto de los correctos y políticamente sin escrúpulos que tal vez nacieron de una loba y que hoy se alojan en casas blancas encaladas con el amasijo de ceniza que sobró de las ruinas del segundo mundo, de lo que pudo haber sido y nunca fue, como flagelos cabezones precipitados por un ojo de retrete. Tristes guerras, si no es amor la empresa, tristes, desheredados hijos de un dios menor, tristes, aquellos que viven el tener por encima del ser, más tristes, quienes pasan una vez por el planeta sin haber reído o llorado por lo que merecía ser sufrido o disfrutado. Pero el perro no muere, es lo que tienen las guerras posmodernas, designadores láser en la proa del drone, califatos homicidas, Babel entre llamas, Sodoma sodomizada, todos víctimas: verdugos de los hijos de los hijos. Construyamos una nueva Babilonia en la que los hombres estrangulen a sus mujeres y pongamos en todos los hogares un televisor de plasma, para todos los públicos, que así las penas son menos. Llegará la extinción como el eructo de un árabe, como alivio de ventosidades, muy agradecido pues. Insisto, que dónde es esto en lo que estamos, qué extraña pesadilla kafkiana de las comisiones bancarias, la de los eternos imputados sin cárcel probable y los infantes corruptibles y las orillas sembradas de cadáveres, dónde, cuándo llegamos y, sobre todo, cómo coño se sale, en qué momento se nos anuncia la estación de servicio, para expulsar toxinas por vía urinaria, para echar un piti, ahí al lado, lejos del mundanal ruido y este insufrible sentimiento trágico de lo que es imposible vivir porque apenas queda aire para respirar, lejos de ser like a rolling stone, knockin´on the heavens door. Cierran librerías por exceso de  viejas novedades, mueren los escritores por superávit, el entierro de la caballa lectora, no pueden cerrar los cines, que ya lo hicieron, pero cierran sus piernas las diosas del futuro, cierran los puertos y los barcos se escapan, cierran el Gólgota, por defunción, sierran el árbol de la ciencia, yerran los jóvenes sin esperanza que buscan futuribles indefinidos allende las alemanias y otras tierras que guardar, cierran pues las fronteras, trenes que no llegan, pueblos que esperan el último tranvía. Y los días pasan. Unos tras otros. Los observadores de las naciones resurgidas del nazismo, los gulag y los obuses, de los bigotes malencarados y el relámpago en las entrañas, also the most famous nigger of the world, analizan con entusiasmo la posibilidad de un puente de carne magra para anexionarse el continente africano. Las primeras conclusiones abogan por un aumento de las masacres. Señalan a los hombres que gustan del feminicidio apuntarse a esto de verter carne al mar. Este año tendremos más gruesas las gaviotas. Mar de fondo y Europa, ese cauce natural del capitalismo entre los Pirineos y los Alpes, esa puta resabiada propensa al genocidio, da luz verde al inmovilismo, cuando no es pa mangar, sí señor, andan felices los mercados frau doña muy señora mía (luce usted tan hijaeputa como siempre). Rueda la rueda, pasa la vida, las hojas caen, más que nunca en otoño, cuando la primavera ni está ni se la espera. Qué prisas estas por irnos todos al carajo, ¿no te parece? Eh, ¿es a mí? es que jugaba el Madrid. Morimos cada día un poquito más con lo que matamos, más, si contamos a la industria auxiliar, los muertos indirectos.