martes, 30 de diciembre de 2014
Nosotros y el Tiempo.
Nos preguntaremos cómo era, cuando todo acabe.
Habrá muerto antes de que descubramos su origen,
una vez más. Diremos: ¿Que será entonces? Diré:
¿Adónde te has ido y quién soy yo, ahora?
En el mejor de los casos nos miraremos a los ojos
y no nos diremos nada, como dos nuevos desconocidos.
Si pudiéramos hacer algo antes del atropello...
Si todo fuese tan fácil como desnudarse...
Tal vez... Pero nos recordaremos, éramos nosotros,
nos recordaremos como se recuerda a los muertos,
y nos extrañaremos al contacto familiar de nuestra piel.
Es tan desoladoramente inevitable, tan carente
de sentido y doloroso, brutal, como el dolor,
que nos parece sencillo y humano, trágico.
Damos un paso hacia la muerte en cada beso.
Seremos consumidos por la risa final del amor.
Quizás hagamos como si el tiempo nunca
nos hubiese descompuesto. Será tan terrible como fingir,
como acostarnos de nuevo, como ir juntos de compras.
Pero aún es pronto y podemos permitírnoslo.
Aún podemos soñar con que podemos hacerlo.
Ahora que reímos y que nos sabemos, que nos hemos reconocido,
ahora, sí, es ahora que podemos ignorar la destrucción del mañana,
tan apaciblemente, como lo hacen
los aterrados huérfanos perdidos en el bosque.
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