No ha de tardar
demasiado la luz en darse a la fuga. Después será del todo imposible escribir.
Leeré. Lo haré gracias a la simpática lamparilla incorporada a la funda de mi
Kindle. Una biografía sobre mi admirado Stefan Zweig. Las palabras de Zweig me
llegan siempre cargadas de calma y de inspiración. Es esa vida del mundo que
fue ayer, su laboriosidad, su amor por un oficio más sagrado que el de
cualquier sacerdote a sueldo por algún dios nominado. Zweig es el maestro
paciente que siempre perdona y aconseja como quien propone una posibilidad
interesante. Su vida un millón de veces contada me hace sonreír, porque siempre
será un secreto.
El autor austriaco Stefan Zweig. |
Me propongo seguir con
ese título provisional del que tanto espero. Jamás pensé que afrontaría un reto
semejante. Estoy pagando con letras de sangre la osadía. Sin nada que perder
todo es más fácil. ¿O acaso tengo algo que perder? No lo sé. No sé tantas
cosas. Por más que me reitere en pecar de insolente vehemencia, me sé chicuco,
uno que siempre a va a estar tras las líneas enemigas.
Te propusiste recopilar
toda esta información. Ahondar en una mente lejana y de una profundidad abisal
donde todo es oscuro y la luz, cuando brilla, hace de inhibidor embuste y te
devora. No obstante hemos sacado no pocas -aunque frágiles- conclusiones. No
será un ensayo. Al menos no te gustará llamarlo así, no. No lo será porque hay
mucho de íntimo. Una historia de no ficción. Siempre te gustó aquello de
Capote. Habrás de cubrir tantas lagunas en base a sus obras que nada o casi
nada tendrá que ver con la realidad, aunque no escribas una sola mentira. Otro
reto que ansío comenzar. Has perdido tiempo en vivir. El exilio que viene, con
su acostumbrado aislamiento, no te lo pondrá fácil. Está bien, lo sabemos. Será
tiempo para asimilar y ordenar.
Podría llevar la silla
de plástico y la mesa baja de madera tintada de negro y ponerla en mitad del
patio y aprovechar allí la resistencia de la luz. Todo lo demás aquí, el
propósito pues, me importa un carajo.
Como aquella historia
no se fue y se mantiene su esbozo, como a lápiz, tan imperturbable, no hay
razón entonces para forzar olvidos -proceso cuesta abajo como una adicción- que
nunca requieren de esfuerzo alguno. Unos quince capítulos marcados y sencillos
a desarrollar. Párrafos cortos de estos de quitar y quitar y quitar. Algo serio
sin embargo. Sí, ése es tu problema. Siempre son cosas serias, cuando sabes que
de siempre en literatura la victoria es el humor. No dejo de sumar.
Y la luz se va apagando lentamente.
Haber elegido el color negro no ha sido muy acertado. Nos salva la crema del
papel y su capacidad química para el reflejo. Lo que me hace pensar en el
precio de las Moleskine -tan repelentes y bonitas- y en el alivio que me
produce recordar que fue un regalo tuyo por mi último cumpleaños.
Tanto
trabajo por delante.
Si
supiera que remas a mi lado y si pudiera imaginarte, cuando todo no sea más que
agua y cielo, atareada en las aerovías de tu infinitud, todo me sería más fácil
y el mundo, sencillamente, mejor.
¿Añadir
otro blog a tu cuenta?
Sí
señor, y convencer a alguien para un cuatro manos en otro.
¿Otro?
Sí,
otro.
¿Pero
en el nuevo...?
Sería
algo distinto.
Interesante.
Lo
sería
Si
pudieras, claro.
Si
pudiera.
Habla.
De
estupideces sobre todo. Algo relacionado con la ciencia.
¿Pero
se puede saber qué cojones tienes tú que ver con la ciencia?
Fue
la rama que elegí en segundo de BUP.
Tú
en segundo de BUP no sabías ni dónde estabas de pie.
Me
temo que ahora tampoco.
Penumbras
pues. Pupilas felinas, violento escándalo de vehículos. Urgencia.
No
concibo el trabajo literario en una colectividad. El cuatro manos sin embargo
es un clásico. Podría decirse que sería otro de esos estúpidos rituales
tributarios míos. No, un libro no. El libro tiene algo así como aquel anillo de
Tolkien. Como he dicho, lo divertido sería un blog. Una comunicación abierta
entre ambos autores y el lector. Claro está, para ello, para compartir la idea
necesitaría un buen compañero, uno fiel y un creyente, un corazón noble y al
menos, con un grado de ingenuidad cercano al mío. Así sabríamos que la victoria
no es otra cosa que su inevitable ilusión manifestándose en la mirada del
compañero.
¿No
te parecen demasiadas cosas, Eduardo Flores? ¿Acaso olvidas que has de estar
siempre en movimiento? La vida nunca deja de ser movimiento y la ausencia de
luz no es poco escollo. ¿Estamos hablando de luz? Ellos saben que no. De lo que
se trata, estimados señores, es de la imperiosa e inexorable caída del telón
¿entienden? No habrá más obra, estimados/as señores/as, así que ¿a qué viene
tanta ovación y tanta meta por alcanzar?
Y
esa es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Si la vida es sueño,
el sueño, no es más que el sueño. No se admite la rendición, porque hasta para
eso no quise estudiar. Pero poner paréntesis a la existencia ayuda poco. Cosas
habrá que hacer y escribiré aunque no cuanto me propongo. Los días tienen las
horas que tienen y los meses serán más largos que productivos. Al final, la
religión, sólo se hizo para beneficiar a los curas.
Y
la luz, por fin, se fue.
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