Lo que está ocurriendo en Grecia. |
Todavía me sorprende la
escasa reacción o la indiferencia del españolito medio ante lo que está
ocurriendo en Grecia. No estamos poniendo las barbas a remojar, que es lo que
toca. Lo peor de todo es quizá el discurso de ese lote informe al que llamo
escasa reacción. Que se sepa el complejo de superioridad -mal que aqueja
gravemente a los alemanes desde antiguo- no es un trastorno contagioso. Ah, sí,
nosotros, los españoles, hacemos la cosas de forma correcta, no como los
griegos. Vemos a nuestros políticos tan rectos, tan correctos, ellos, nuestros
políticos, sus formas y maneras son tan... rectas y correctas y pulcras,
guardando las formas, con ese saber estar y esa mirada como de estar
eternamente ocupados en su mundo interior por las preocupaciones de los
ciudadanos, sobre todo en pre campaña. La corrección, la estabilidad, la falsa
apariencia de estabilidad, nos la pone dura y nos pone, la cara, de alemán
Merkeliano. Mi alma por el Bundesbank. Mientras ellos, nuestros políticos,
sepan mantener esa forma de subirse al escenario, pueden estar tranquilos,
nuestro miedo seguirá brindándoles el poder que los alimenta. Alemania dejó de
ser sospechoso, querían cargarse a Grecia, ya no se cortan en decirlo. Supieron
de su incapacidad para entrar en el Euro e hicieron la vista gorda. Después
todo se jodió, lo recordamos, la economía del primer mundo se vino abajo porque
los elementos reguladores (léase gobernantes) de los Estados dejaron las
puertas abiertas a quienes manejaban su parné para que hicieran y deshicieran a
su antojo a escala planetaria; y no contentos, los que manejaban el parné, después del diluvio, volvieron a tomar el
control (léase los mercados), y los gobernantes de los Estados, atados de pies y manos siempre por aquello de la gracia
de don Dinero, procedieron, una vez más, soltando las riendas del caballo, que
total, siempre va en círculo, como en las carreras, como los ponis en la feria.
Las guerras del siglo XXI son diferentes, y a Polonia ahora la llamamos Grecia.
Un dibujito na más. |
Pero en España hacemos
lo correcto, que en España siempre se ha sido obedecer, a los reyes, a los
señores, al dictador, a la troica. Lo demás, vagancias y anarquía. En España
sólo nos ponemos en pie cuando nos lo dice un cura, así ha sido siempre. Nos
enorgullecemos de nuestro valor en aquella mentira mal contada de la
independencia de los franceses, nos enorgullecemos, también, de aquella otra
mentira que llamamos reconquista. Somos así, de inflar mucho el pecho como
gallos de marzo, cuando a toro pasado, y a sabiendas decimos que era toro
porque pudimos verle los huevos, creemos que alguna vez fuimos valientes, y no
como ahora, que mejor hacer la del avestruz, hasta que pase el temporal, como
si lo hubiese, temporal y no mal endémico, como si fuera a pasar.
Lo correcto. |
España es mucho de
moverse según lo correcto, lo que quienes consideramos correctos dicen que es
lo correcto. Lo decía el señor Marhuenda -muy viajado por lo que se ve- el otro
día en famoso programa de La Sexta: en España no hay pobreza, tomando como
paradigma de pobreza el Holocausto Africano. Es lo que tienen los matices, que
se puede sacar punta a un lápiz y escribir fino y limpio, o bien, dejar punta
gorda, y como siempre he vivido del carajo, pues hala, que no tengo ni puñetera
idea de lo que es la pobreza. Pero en fin, ese es Marhuenda, un señor correcto
que aprecia lo correcto de nuestros gobernantes cuando son los de la escuela de
los reyes, los señores, los dictadores y la troica, los que llevan el cortijo.
Es el españolito medio
y cobarde lo que realmente me preocupa, los que no saben que les han puesto las
barbas a remojar desde hace algunos años, sin preguntar, diría yo, si se ha de
pensar en las últimas elecciones generales (En España, las elecciones generales
vienen condicionadas casi siempre por factores externos: atentados, crisis
financieras). Me preocupan aquellos que no saben realmente qué es tener que
pelear por llevar la hogaza de pan a sus hijos, los que se conforman porque aún
no les ha llegado el agua a mojarle los tobillos siquiera. Tienen una muy pobre
visión de la realidad. Si acaso llevan un kilito de arroz a Cáritas como quien
lleva a un vagabundo a comer en Nochebuena y lo largan antes de las copas. Piensan estos que van a permanecer así eternamente.
Lo piensan porque saben que papá hizo bien los deberes, esto es, apostar a
caballo ganador, siempre la pela, y no hablar más que cuando es quien está a su
lado quien tiene la ocurrencia de decir que no, que ya está bien, que un pueblo
trabajador merece conocer el verdadero significado de la palabra dignidad. Son
los delatores de todas las guerras, los lacayos, los cobardes que miran para
otro lado cuando se le impone al "pueblo soberano" griego medidas
propias del feudalismo más repugnante. Son estos elementos, los hijos de papá de
toda la vida, los que jamás pelearon por la hogaza, los aspirantes a VIP (como
lo son sus papás), quienes hacen el trabajo sucio de los correctos. El
españolito medio, de siempre tan cobarde, no tiene nada que hacer, mira de
reojo a los griegos, y todavía se permite un aire de superioridad.
España. |
Después está esa
amalgama informe y ambigua que llamamos intelectualidad. A poco que uno haya
leído se dará cuenta de que siempre han existido los opresores y los oprimidos.
Fíjate tú que yo, bípedo implume, españolito circunstancial, sin el
bachillerato terminado, soy más de estar del lado de los oprimidos, porque me
es fácil entender que lo de los opresores es más bien una cabronada, se mire
por donde se mire. Pues eso, a la intelectualidad, esos que se saben
intelectuales, en todo esto, ni están ni se les espera, al menos a la mayoría
de ellos. Tenemos un premio Nobel residente en la piel de toro cuyo nombre ha
saltado al papel cuché por la frivolidad de juntarse al conejo más rentable de
España. Sí, al hombre a veces le da por hacer una gracia en columnas de
opinión, pero poco más. El conocimiento deber llevar invariablemente al
humanismo, aunque éste lleve a esa forma de entenderlo que es la misantropía.
Toda visión humanista lleva a considerar inaceptable lo que está ocurriendo con
los pueblos, con esta vindicación de los poderes de siempre para hacernos ver
que siempre han sido ellos quienes nos manejado según sus intereses. Pero ser intelectual
ahora significa otra cosa, es ser más Rafael Alberti que Miguel Hernández, que
por supuesto no era un intelectual. Ser intelectual reconocido quiere decir que
haces caja a base de adoptar posición de ele con los pantalones bajados y a
base de echarse abajo las rodillas. Intelectuales de izquierdas movidos por
egos velados por la causa justa. Intelectuales de derechas, pero sobre todo,
correctos. El arte pasa por su peor momento, ya que cualquier tiempo pasado, ya
saben. Vemos al señor Koons, su arte, el arte de la nada. Vemos la música que
manda, tan falta de contenido en todos sus aspectos. Vemos una literatura banal.
Vemos, es tan obvio, que la vida se nos escapa de las manos. Pero tenemos
demasiado miedo.
Arte. |
Intelectual poniendo cara de premio Nobel. |
Es por ello que Mariano
Rajoy celebra la ruina de Grecia. Señala al nuevo partido como el principal de
todos sus males, como si antes sus coleguitas no hubiesen pulverizado su
administración política y económica. El españolito medio suspira, ay, qué
suerte de tener a Mariano, tan notario él, tan correcto, como un obispo o un
general, qué suerte.
Su mensaje de
austeridad iba dirigido a quienes han rescatado a los bancos y no se les ha
devuelto una perra gorda, a los que han sido desahuciados, a los que cerraron
su negocio de toda la vida, a los que el sistema sanitario tiró en una cuneta;
iba dirigido a los que tenían miedo. Antes les decía, cuidado con el lobo, coge
por aquí, corazón (por el camino austero, el correcto) y no te muevas, que
viene el lobo, es por tu bien. Y claro, vemos Grecia, y los más suspicaces entendemos
lo del lobo de otra manera. Mariano Rajoy es cómplice y por lo tanto culpable
del crimen que se está cometiendo con Grecia. A Tsipras no le ha quedado otra
que escapar de las Termópilas y entregar Esparta, se ha rendido, ni siquiera
tenía la posibilidad de morir dignamente en el intento. Su bajada de pantalones
responde a un acto de valentía. No puedo mancharme las manos de sangre, por más
que yo pueda morir, no dejaré morir al que considero mi pueblo. Varoufakis
también fue valiente: a estos hijos de la gran puta se les ha de hacer a lo
talibán, no queda otra, y se echó con chupa de cuero y moto, al monte Olimpo.
Vagancia y anarquía. Lo incorrecto. |
Deberíamos hacer algo
los españolitos de a pie. Echar cojones lo llamo yo. Pa variar el curso de la
Historia.
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