Para
mi conciencia, descalzos pasos hasta mi cama dormida.
Yo
sólo pretendo vuestro mañana y creedme,
Me
distraigo de vuestros juegos por el camino,
Con
una espada por cada flanco,
Cubriendo
de vuestras miradas verdaderas
-más
que ninguna- el lugar adonde hemos de llegar.
Es
envidia a veces la rabia que os dedico.
En
otras sólo son poemas pequeños y divertidos
Devolveros
la sonrisa o cubrir de galletas vuestra mesa.
Tenéis
el poder infinito bajo las pestañas,
En
las plantas de los pies, bajo la nariz y en ella.
Tenéis
sobretodo el fuego que en mí creo olvidado.
Nada
de vosotros ahora me hace daño.
Sístoles
y diástoles que en otros cuerpos
Inflan
y descargan los alveolos que me empeño en destruir.
Para
mi soledad, dientes manchados de chocolate;
Para
mi consciencia, cada uno de los suspiros infantiles.
Labios
manchados de chocolate, para el niño que fui;
Pasos
dormidos y descalzos, para el bendito desvelo;
Apenas
penas y gimoteos, para mis manos que son vuestras.
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