Los días han pasado.
Atrás quedan los días de pompa, de la falsa gloria que alimenta los corazones
confundidos y atrás quedan, los sinceros abrazos y las cómplices miradas y los
ojos inevitables. Flotamos nuevamente sobre raíles que parecen escupir hacia la
proa su carga. Y por la proa, la incertidumbre. Los destinos insospechados con
sus dudas compañeras. El futuro crujir de dientes que no por conocido causa
menos angustia. No con alegría pero sí con las arterias satisfechas por la
sangre que ha regado cada fibra de mi cuerpo, nos batimos cobardemente en
retirada obligatoria. La soledad de una plutónica noche madrileña; la soledad
en las galerías de los aeropuertos y la mala compañía, al final, de un océano
que nadie sabe si existe para la vida o si existe para la muerte. Pero soledad
queda después de los días que veo ya hundirse entre la espuma de la estela
agonizante. ¡Cuánto hemos disfrutado: reído y llorado! ¡Cuántos días dulcemente
envenenado con la cicuta que inoculan las dichas y los pesares! Y sí, soledades,
que no desesperanza; que no miedo a agarrar a esto que es maravilloso y que es
la vida, por los huevos, y apretar y apretar hasta que no le quede más remedio
que entregarme hasta lo más nimio y fondero de su esencia. Los días han pasado
y uno jamás quiso que ocurriera con tanta prontitud. Ahora esta miel que se me
quedó en los labios será tercamente borrada por los días y la sal. Dejo en su
propia aventura la ciudad en la que nunca llueve para embarcarme en mi propia
aventura. Los días, los meses y, quién sabe, los años, hablaran o no de cierto
fantasma que se nos coló en casa, cierto día, cuando el ámbar manchaba nuestros
gaznates y entorpecían nuestros corazones. Toca retomar el camino justo por
donde nos apeamos cuando aquello de los días de pompa y falsa gloria. Toca
empuñar la espada y la pluma, la pluma, y la espada, para bien o para mal. A
llenar ceniceros por la llama que no arde y la mesita de noche con papelitos
pintarrajeados a lo largo de la jornada. Toca echarte de menos. Sweet surrender de Nappo Berna. Love & sax. Y la vida por delante.
Que esto no ha hecho más que empezar. Eso sí, de momento: sólo silencio.
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