Extravagante deidad, oscura como
las noches,
Con perfume mezclado de almizcle
y de habano,
Obra de algún obi, el Fausto de
la sabana,
Hechicera con ijares de ébano,
engendro de negras mediasnoches.
SED
NON SATIATA.
Ch.
Baudelaire.
Al final del día, tal vez.
Mucho después de que despiertes
Flotando sobre un lecho de humedad
En aquel presidio de la colina
Del viejo vómito de Vulcano.
En ese momento, tal vez, recordarás
Que hoy tampoco verás el sol
Mas que para despedirte.
Y a la fábrica, con el ánimo de un
arbusto,
En un furgón, partirás colina abajo
Por la carretera que nunca lleva a los
sueños.
Hacia un desayuno con salmuera;
Al olor del mar en descomposición,
Los ojos de un blanco amarillento,
Las bocas sin dientes y lenguas
Amargamente floreadas por la heroína.
Será tu buenos días, el amanecer
espinado
De un escalofrío que enervará tu espalda
Al oír el graznido desde las fauces
De la bestia que cercena los pulgares.
Media hora de arroces con breves
sonrisas
Y nostalgias eternas, cómplices,
Entre la cola y las agallas,
Llenará medio reloj con tres gramos de
más.
Pero será al final del día, tal vez,
En un segundo entre mosquitos infectos;
Después de no cenar, de esmerar
Contra las rocas un uniforme
Con forma de bola soldada a una cadena;
Suspirando como quien recuerda
Que algún día pudo ser feliz;
Como quien regresa de los muertos
A los que con ellos emigraron.
Será en ese momento pues
Que tal vez corras hacia el balcón
Sorteando las manos lascivas
Que se disputan los negros
Veinte años de tu piel y allí,
Asomada a las olas y a la jungla,
Con los ojos inundados de esperanza,
Recordarás que solía llegar en taxi,
Tan desconocidamente lejano y tuyo,
Para jugar por una noche más
A la reina negra de un olvidado
continente
Y al príncipe blanco de la flor y las
rupias.