Duerme el sueño amniótico, la pureza en el sueño, sueño de génesis y promesa; duerme niña duerme tu faz de calavera y agita los dedos, en el sueño, los dedos de la vida acariciando misterios, la vida por llegar; duerme amor por venir, infinitamente amada, revolucionando el futuro, provocando nuevos verbos con tu silencio de espera; duerme en la madre, diosa de vientre nocturno, duerme en ella el deseo que ella es, deseo de manantiales como pezones sagrados; pero duerme, pequeña habitante del todo y la nada, argonauta en el origen, amazona del cordón umbilical, fruto del viento de estrella, duerme, estrella de carne luminosa completa de esperanza y esperanza de carne sangrante y mínimos pies, inquietos como el padre del presente confuso, que te espera, sin más, que un par de manos limpias para tu limpia piel en cuerpo de ángel, recién llegado, anhelo y furia al fin con el más hermoso de los llantos reclamando el pecho.
Adoro mientras duermes tu sueño en la madre, nuestra diosa blanca, secreto nuestro, la religión que compartimos, tan pronto. Duerme.